sexta-feira, 21 de abril de 2017

Quedando en el pasado


  Tenía sus expectativas en alguien al que había esperado por muchos años, tal vez no había ni un suspiro de posibilidades para ser realidad. La distancia siempre fue cómplice pero jamás se interpuso, ahí sentada en un rincón, siempre supo que era parte de una historia sin saber que no tendría final esperado. La última vez que decidieron pasar tiempo juntos, hicieron planes de verse en Las Vegas.

  Alistó sus maletas y prefirió llevarlas vacías, quería llenarlas de recuerdos. Ella compró su boleto, él no. Tal vez en otro momento habría llorado, estaría tumbada en la cama sin querer comer por el nudo en la garganta, pero recuerdo que la miré muy serena, pensativa, y eso no lo pude creer. Más no dije nada. A veces es mejor sacar la bandera blanca, cruzar los brazos. No derrotarse pero dejar las cosas por la paz y me refiero a la propia, ser un poco egoístas y pensar en uno mismo, porque al final de cuentas las heridas son para quien mas ha entregado y se queda vulnerable.

  El destino (que para mi siempre será Dios) es muy sabio, y ella siempre estará agradecida de que en su momento la haya dejado "plantada". Recuerdo que días después de nuestra llegada a Las Vegas él también se presento ahí. Su familia en Utah lo esperaba así que decidió pasar unos días entre casinos antes de llegar a Salt Lake. La noticia para ella fue como cualquier comentario, no tuvo relevancia en su vida, me sorprendió por segunda vez mirarla sonriente y sin más ni más contestó: "me alegra".
 
  Unos días antes de regresar a casa él la invitó a la rueda de la fortuna; le avisó con un mensaje de texto cuando el ya estaba haciendo fila para subir. Su familia estaba ahí, todos con la ilusión de verlos juntos, nosotras tomábamos un café al otro lado de la ciudad. Imposible era llegar en menos de 15 minutos. Le dije que si ella quería ir, la ayudaría a arreglarse y que yo la estaría esperando sin importar la hora de su regreso. Sonrió y no necesitó decirme más. Era otra persona. Terminó su cafe y suspiró, finalmente dijo: que siga esperando.

  No supe si llamarle venganza o superación, pero me gustó su respuesta. Y cuando pasaron los días, entendí el nuevo brillo de sus ojos...