quarta-feira, 8 de novembro de 2017

Cuando de recordar se trata...



  Tengo una amiga a la que llamo Libia y hace días la recordé. La conocí en la Universidad un viernes de nuestra primera semana. Cuando tuvimos que hacer equipos para nuestro trabajo final, nos pusimos de acuerdo y no me puedo quejar del resultado. En los siguientes semestres no estuvimos en las mismas clases, pero siempre tratábamos de saludarnos; recuerdo que siempre me sacaba la lengua o me estiraba el pelo en símbolo de saludo.

  Hace unos meses decidí salir de la ciudad y poner un "Stop" a mi carrera, ella me acompañó a la central para despedirse de mí y aún recuerdo nuestra plática. Sobre la carretera hablaba con ella por teléfono. No podía esperar a abrir los chocolates que me había regalado y cuando por fin lo hice, reconozco que lloré por tantas y tantas cosas que Dios como siempre desde niña ha sido mi mejor consuelo y la almohada mi pañuelo. Le prometí que en cuanto yo regresara le hablaría por teléfono para volver a vernos.

  La admiración hacia ella aún sigue en pie y aunque pasa el tiempo sé que sigue ahí, y que nuestra comida con "croquetas de papa y nopal" serán siempre nuestra  mejor comida y "chocolates con nopal deshidratado" el mejor postre. Porque no recuerdo que pasó por nuestras mentes a tan altas horas de la madrugada mientras la calificación estaba en juego, pero no dormimos por terminar nuestro proyecto, así que siempre recordaré lo mucho que aprendí de ella y lo mucho que la extraño.

  ¡Qué nuestra amistad dure hasta vender nuestra patente mi Libia!.