quinta-feira, 4 de julho de 2019

Si tú me dices...



Para ti, porque la distancia nos úne.

  Si tú me dices “ven”, te aseguro que tardaré sólo para ponerme los zapatos procurando no usar agujetas. Voy a tomar mi mochila y saldré corriendo así, sin más ni más. Si tú me dices “ven”, cruzaré las calles, las nubes y los océanos para tomar cualquier medio de transporte; olvidaré mis vértigos a las alturas, las supersticiones a las grandes mareas ó los miedos a los ferrocarriles. ¡Y mira que no es cualquier cosa! 
  Si tú me dices “ven”, desafiaré las miradas de la gente que no entiende mi pronunciación del idioma; entonces hablaré en leguaje de señas o en sistema braille, no se me ocurre otra manera de preguntar por ti. Si tú me dices “ven”, subiré a la torre Eiffel para gritar tu nombre, iré a la deriva por las calles de Andorra (y hay que aprovechar el viaje y preguntar si es La Vella ó La Vieja), subiré al tren de Lisboa (al último) y tomaré una góndola en Venecia. No sé en dónde te encuentras, pero será todo una excursión encontrarte. 
  Si tú me dices “ven”, puedes estar seguro que me hospedaré en cualquier Pensión Europa que me cruce, dormiré (o trataré de dormir) para recobrar energía y saldré por la mañana caminando acompañada de un café, de los que tanto te gustan. Seguiré, no te diré para dónde pero mi brújula apunta hacia ti; así que le haré caso a la corazonada tan acertada que yo sienta después de mirar tu foto, y sé que te encontraré. 
Pero, si tú me dices “ven”, es porque realmente piensas cumplir tu palabra, así que cuando te encuentre: ponte tus zapatos, llévame por tierra, habla con la gente, pregunta cómo llegaremos, compra los pases para nuestras bicicletas y llévame a Toscana, que del resto...no. Ya no habrá más.